Gente de la ciudad, pero también de otros lugares del mundo; edificios coloridos, de varios pisos, elegantes y antiguos; tiendas y restaurantes acogedores y con sus toldos de rayas que te dan sombra al pasar delante de los escaparates; balcones que asoman a la calle, de colores vivos y adornados con flores y plantas tropicales… Así es la Calle Obispo, una de las más famosas de La Habana Vieja, cerca de la Plaza de Armas. Su recorrido es prácticamente obligatorio, pues además de brindar la oportunidad de experimentar la vida en una calle cubana, te conduce a muchos lugares de interés en la zona.
La calle fue inaugurada en el siglo XVI, estrecha, para que, al igual que en muchas calles de países calurosos como Cuba, diera la sombra y no el sol en ella. No era peatonal, como lo es ahora, y por su calzada andaban caballos y carruajes. Su nombre fue cambiando a lo largo de los años, llegando a llamarse San Juan o Pi Margall, conmemorando a personajes históricos e ilustres. Y aunque cambiara su título repetidas veces, la actividad principal que se desarrollaba en ella no se modificó. Pues siempre ha sido calle de comercios.
Es además de longitud extensa, permitiendo al visitante llegar a la Plaza de Armas, o, en sentido contrario, a la calle Monserrate, de importancia histórica y comunicativa. También desembocan en ella otras calles como la de Oficios, Mercaderes, o San Ignacio.
En la Calle Obispo han vivido algunas figuras famosas del país como el filósofo Félix Varela, o el escritor Ernest Hemingway. Es muy recomendable recorrer la calle, y caminar los pasos de estos famosos personajes y luego descansar en alguno de los exquisitos restaurantes o bares que ofrecen lo mejor de la gastronomía cubana.
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